[...] Al humano se le
ha separado, etiquetado y clasificado como un animal de granja. Se le ha
acotado en un entorno (frontera), y se le ha soltado para que produzca en un
sistema que está construido para penalizar a aquel que piensa por sí mismo y
que ve la competencia como un reto al que no aspira en modo alguno. [...]
A menudo nos acostumbramos a vivir sin asumir ningún riesgo, nos construimos una burbuja y nos esforzamos porque esta nunca explote. Vivimos acomodados en las programaciones que nos instalaron de pequeños y nos cuesta asumir la responsabilidad de desprendernos de ellas. Las asumimos, las reconocemos, sabemos que están ahí y cuanto nos limitan, pero tememos arrancarlas totalmente de nuestras vidas, por temor a lo desconocido, el miedo irracional al no tener nada al que asirnos, cuando las zancadillas que nos de la vida nos hagan caer.
Vivir con la necesidad permanente de esas muletas ideológicas es una forma más de esclavitud. "NO" nos podemos definir como seres humanos libres y responsables, si no nos desprendemos de todo aquello que nos dijeron que era cierto y que nosotros en nuestro camino hemos averiguado que no.
Debemos aprender a vivir sin creer, sin dar algo por sentado, sin inseguridad y sin miedo.
Debemos asumir que para ser seres conscientes y responsables tenemos que formarnos también mentalmente, crearnos un carácter y una personalidad propia, olvidarnos de los modelos del pasado y atrevernos a crear el nuestro, perder el temor al error, perder el pudor y la vergüenza, mostrarnos tal cual somos y no arrepentirnos jamás de nuestras decisiones. Solo así, empezaras a forjar una personalidad con una identidad y unas ideas propias basadas en su experiencia y sin copias de modelos caducos e inexactos. Dejar de asumir como propias, ideas, conductas y conceptos ajenos, limpiar nuestra mente y empezar a construir nuestra propia estructura, desescombrar lo viejo e inútil y construir lo nuevo y propio.
No podemos pretender ser seres despiertos y concienciados, y seguir con creencias e ideales que está demostrado que no sirvieron.
No basta con afirmar nuestra condición, debemos practicarla también y ser consecuentes.
Al humano se le ha separado, etiquetado y clasificado como un animal de granja, se le ha acotado en un entorno (frontera) y se le ha soltado para que produzca en un sistema que está construido para penalizar a aquel que piensa por sí mismo y que ve la competencia como un reto al que no aspira en modo alguno. Si de verdad no nos consideramos animales debemos dejar de pensar como tales, debemos tirar esos pilares que nos sujetan a una realidad que no nos identifica y no nos sostiene, que el apoyo y el suelo firme que creemos pisar no es más que una ilusión, que esas muletas que nos ayudan a levantarnos en realidad son anclas que nos mantienen amarrados y sujetos a una estructura que nos encapsula y nos limita.
La verdadera celda está en nuestra mente y debemos ir quitando uno a uno esos barrotes que nos impiden salir y ser libres, esos barrotes que son los que crees que forman parte de tí, tu identidad, tu cultura, tu fe, tu ideología, tu clase, tu raza, son los que debes ir tirando abajo.
Para poder avanzar, no necesitas agarrarte a nada porque desde ese instante nada te hará caer, caminarás con paso firme y seguro por la vida, sin pensar en qué piensen el resto, su opinión o su crítica, ya no te afectan porque eres libre y la libertad, te aporta esa seguridad, la ausencia de temor al rechazo y al abandono, te forjará una personalidad férrea.
Perderás el miedo a ser señalado, verás cualquier intento de sabotear tu libertad como un acto infantil e inútil, una rabieta de aquel que se sabe preso pero no es lo suficientemente valiente para desprenderse de toda esas cadenas que lo amarran e impiden su libertad de pensamiento y obra, sin condicionamientos, ni remordimientos inútiles.
Toca trabajar, y perder la idea de clase, ese concepto que te dice que eres más que otro, solo por tu condición económica o sanguínea. Una trampa para que no veas al prójimo como lo que es, un igual. La sangre o la materia que poseas no te da categoría, más bien te resta. Desprenderte de este concepto pasa por palpar otras realidades distintas a la que vives, restar valor a la materia y darle valor a los sentimientos.
Las personas son algo más que esas cosas que consiguen acumular, son más que esos trapos que tapan sus vergüenzas, son más que esos patrones que lo clasifican. En definitiva, son más que las circunstancias que arrastran.
Sobre la corteza terrestre solo existe una raza, la humana. El racismo es otro programa que nos instalan para evitar que descubramos nuestra verdadera identidad. Nos inculcan que el tono de piel es lo que nos hace diferentes y no nos fijamos en que la diferencia realmente no existe. Nadie nace siendo racista, ningún niño que no haya sido previamente adoctrinado lo es, solo conocemos una raza y es la humana, lo único que nos diferencia es la ignorancia y eso ha llegado el momento de erradicarlo. La ignorancia es un agujero negro que devora nuestra inteligencia y nuestra capacidad de discernir correctamente, la ignorancia es un vacío que solo se llena con experiencia y conocimiento, solo debes perderle el respeto a saber más y todo concepto racista se desmonta por sí solo.
Tu ideología por regla general es heredada de tus progenitores, salvo breves periodos de rebeldía adolescente, finalmente terminamos acogiendo la opción más cómoda que es aquella que de pequeños nos inculcaron. Ser de izquierdas o de derechas, no es más que un componente diferenciador que no necesitas. Esas ideologías se diseñaron para crear enfrentamiento, detrás de una ideología no existe el debate civilizado de ideas, si no el combate de las mismas.
El enfrentamiento, la disputa, la diferencia y la fracción, dando como resultado una mentalidad obtusa y confusa, por muy claro que parezca tener sus conceptos. Un ideólogo no es más que un adoctrinado, un ser programado para programar y sembrar en sus semejantes esa semilla de odio. Una diferencia más, donde no existen diferencias, la política no es más que un instrumento del sistema para poner orden en la granja.
El borrego necesita poner siglas y colores a las ideas para poder asumirlas como propias, esos conceptos confusos y llenos de trampas, son resumidas en un bando, con un color y unas letras, y así no identificar al lobo que se esconde tras sus arengas, que no son más que cantos de sirena.
Tu identidad y tu cultura vienen unidas, por la zona en la que aterrizaste en este mundo, te dan una bandera de colores y te dicen que eso eres tú y cualquier ofensa a ese trapo es una ofensa a tu persona.
Nos limitan y nos encajonan con esos conceptos, nos hacen poseedores y herederos de un trozo de tierra cuando en realidad somos dueños de un planeta. Ese concepto limitante es el que ha logrado que durante miles de años el ser humano mate a su propio hermano con saña y sin arrepentimiento. Nos han negado la idea de sentirnos dueños de La Tierra y nos conformamos con las migas, nos dan una identidad y una cultura, potencian esas diferencias, con una lengua, una escritura y una idiosincrasia distinta, un modo distinto de llamar a las cosas y un modo distinto de entenderlas.
Nos negamos a creer que todo es de todos y que en esos trapos de colores solo están las manchas de sangre de nuestros hermanos, a los cuales nos obligaron a matar por hacernos creer en algo que no nos pertenecía, no nos identificaba y no nos definía como seres humanos y como personas civilizadas. Nos programaron para la diferencia, en lugar de la igualdad, nos inculcaron dogmas que no nos identificaban ni como personas, ni como raza. Con esas líneas divisorias en esos mapas, no solo delimitaron el terreno, si no que acotaron nuestra inteligencia.
No se puede vivir sin fe, pero la verdadera fe que debemos empezar a profesar, es la fe en nosotros mismos. No basta con sacar la religión de nuestras vidas, no basta con saber que toda esa mentira divina, nos contamina y nos limita, debemos desechar definitivamente todo lo que ello engloba y no dejar absolutamente nada.
Muchos de los que se definen despiertos van asimilando el concepto real de Dios, entendiéndolo como un todo desde donde mana todo lo que es y existe. Esto está muy bien, eliminar los viejos conceptos de divinidad que las religiones nos inculcaron poco a poco empieza a ser una realidad, pero no debemos convertirlo en una muleta, debemos fortalecer la confianza en nosotros mismos y no pasarnos el día lloriqueándole a Dios.
También debemos deshacernos de esos mesías. Jesús fue un maestro que aporto sus enseñanzas y dejo un legado para el que quiera tomarlo, pero no podemos seguir repitiendo curso constantemente, los maestros están para enseñarnos y una vez hemos aprendido, comenzar nuestro camino e iniciar nuestra maestría. El fin de todo maestro es que el alumno aprenda y ande por sí solo. Buda, Jesús, Zoroastro, el que queráis, dieron unas pautas para que fueran tomadas, no para que fueran adoradas y convertidas en ley.
Ahora después de unos pocos miles de años, debemos empezar a darnos cuenta que la lección está aprendida y empezar a ser nosotros los que demos clase. Hoy nosotros somos los maestros y debemos empezar a dejar de mirar atrás y enfocar nuestra mirada en el presente, en lo que hemos aprendido y lo que podemos enseñar.
No podemos seguir con Jesús dijo esto o Jesús hizo aquello, debemos soltar esa última muleta y empezar a caminar libres enseñando al mundo nuestra propia lección, siendo unos maestros por pleno derecho. Muchos esconden tras estos avatares su miedo y su inseguridad, su falsa creencia en que están solos y que en esos tropiezos que a diario tienen, necesitan implorar ayuda a esas "divinidades", temen que al desprenderse de esos dogmas queden a la deriva en un mar espiritual, sin mapa y sin brújula. Esto no es así, nunca estamos solos, nunca estaremos perdidos, nunca vendrá nadie a levantarnos cuando caigamos, porque todo eso lo debemos aprender nosotros mismos por nuestros medios, son nuestras lecciones y somos nuestros propios maestros. Lo que otros maestros te puedan aportar solo es un enriquecimiento, esa pizca de sal que te puede aportar una chispa mas de luz a tu temario, pero no debe ser la columna vertebral de tu enseñanza.
Sé que muchos ahora estarán tocados u ofendidos, porque he tocado alguna de sus vacas sagradas. La identidad nacional y la Fe, son las dos cosas más inútiles y estúpidas, que más sangre ha hecho derramar y más muertes injustas han causado.
Si estas cosas que crees intocables provocan en ti la diferencia o el odio, es momento de que las revises seriamente y las deseches para siempre. Una raza humana unida y hermanada debe caminar de la mano sin estos conceptos que la diferencia y la separa. Si una idea enciende el odio y provoca que se derrame una sola gota de sangre, no merece nuestra consideración y debería ser erradicada "ipso facto".
La humanidad no necesita más muertes en nombre de Dios, Jesús o Allah, no necesita más muertes en nombre de una nación o una bandera, nuestra nación es La Tierra y nuestra bandera la humanidad.
No hay más fe que en la que depositemos en nosotros mismos como raza y como civilización. Hay que comenzar a desechar lo que nos diferencia y nos separa y quedarnos con lo que nos une. Ninguna idea es buena si precisa ser impuesta y ninguna fe es verdadera si derrama sangre.
Es momento de abandonar esa zona de confort y empezar a vivir libre de programas y libre de convencionalismos que te limiten como persona.
Todos esos conceptos que instaló en tu mente la educación, deberás irlos formateando poco a poco, para paso a paso formar una nueva identidad, una nueva persona, segura de sí misma y confiada en sus posibilidades. Sin miedo al fracaso, porque ese fracaso es solo un ensayo, y sin miedo al juicio porque tú eres el juez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario