El mundo que hemos creado gira alrededor del valor que le damos a todas las cosas, sean objetos materiales, (como por ejemplo un coche, una silla o unos pantalones), o sean conceptos inmateriales o abstractos, (como por ejemplo las creencias religiosas, las leyes o las ideologías políticas).
El lugar en el que situamos cada uno de estos elementos en nuestra escala de valores determina el funcionamiento de nuestro mundo.
Y viendo como ha funcionado todo hasta ahora, es evidente que nuestra escala de valores es, por decirlo suavemente, algo confusa.
De hecho, la forma en que valoramos las cosas es el claro reflejo de un problema psicológico profundo del que estamos aquejados todos los seres humanos.
Y tarde o temprano, deberemos afrontar este grave problema.
Simplificando mucho, podríamos decir que hay 5 elementos en la vida humana que tienen un VALOR ABSOLUTO e innegociable, porque sin ellos, vivir sería imposible:
El resto de cosas que tanto valoramos en nuestra vida diaria, como el dinero, la ley, la patria, la religión, el estatus social o los productos manufacturados, en realidad tienen un VALOR RELATIVO.
Por sí mismos no son indispensables para nuestra existencia y tienen el valor que nosotros les concedemos en nuestra mente.
Utilizando un ejemplo típico, podemos decir que un billete no es más que un papel con dibujitos.
Somos nosotros los que lo llamamos “dinero” y le otorgamos un valor abstracto.
Pero ese valor monetario solo existe en nuestro cerebro, es tan real como nosotros decidamos que es.
Así pues, el mundo que hemos creado no es tan lineal como tendemos a pensar.
Cada uno puede ver una realidad diferente observando un mismo elemento.
Si tú decides que un billete de 100 euros, para ti solo sea un trozo de papel, entonces será exactamente eso, aunque 6500 millones de personas te digan lo contrario y traten de convencerte de que eso son “100 euros” y que con ellos puedes comprar x cosas.
Aunque a muchas personas les pueda parecer chocante, el sistema económico al completo se sustenta única y exclusivamente en esto: en que un gran número de gente decida que esos papelitos tiene un valor abstracto de “100 euros” y obliguen a los demás a hacer lo mismo por la fuerza.
Sin duda, ahora muchos correrán a decir que todo lo que hemos dicho son perogrulladas e ideas simplistas…pero van muy equivocados.
El Sistema entero se basa en estas mecánicas de funcionamiento. Todo lo que hemos creado como seres humanos gira alrededor de esta manera de concebir la realidad, basada en creer ciegamente en las ficciones que nosotros mismos hemos creado.
Y deberíamos hacernos una pregunta:
Si la mayoría de elementos que configuran nuestra realidad social tienen solamente el valor que nosotros decidamos otorgarles, eso significa que nuestra mente tiene un poder absoluto sobre estos elementos vacíos de valor. Entonces, ¿cómo puede ser que acabemos supeditados a ellos y que sean ellos los que determinen todos los aspectos de nuestra vida, desde nuestros sueños hasta nuestra acciones?
Es evidente que algo no va bien…
TUS 3 PROPIEDADES
Si seguimos ahondando en este tipo de razonamientos, nos topamos de frente con el concepto de propiedad.
De la auténtica propiedad.
Cuando vienes a este mundo, traes contigo 3 propiedades de valor incalculable que te pertenecen, única y exclusivamente a ti:
1.- TU CUERPO
2.- TU MENTE
3.- TU TIEMPO DE VIDA
Las demás posesiones que puedas acumular a lo largo de tu existencia: casas, coches, terrenos, móviles, joyas, dinero…tienen, de nuevo, un valor relativo, el valor que la sociedad te haya inculcado que debes otorgarles.
Pues bien, esto que parece algo tan “obvio”, en realidad resulta que no lo es tanto.
Porque al final todos hemos acabado olvidando que nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro tiempo tienen un valor inmensurable y que no hay nada en el mundo por lo que los podamos cambiar.
Desde que somos pequeños, el Sistema nos programa para que no seamos conscientes de que éstas son nuestras únicas propiedades reales y que su valor no es negociable.
LA GRAN ESTAFA DE TU VIDA
Para demostrar como el Sistema consigue que olvidemos el valor de nuestras auténticas propiedades, solo tenemos que fijarnos en como consigue que las vendamos a cambio de nada.
Para entenderlo mejor, pondremos un ejemplo y lo traduciremos todo al lenguaje universal del Sistema: el dinero.
Supongamos que eres tan rico que posees todo el dinero del mundo.
Eso son, aproximadamente y según algunas fuentes, unos 50 billones de dólares.
Eres la persona más rica que jamás ha existido y posees todo lo que deseas: puedes comprar todas las fábricas, todos los coches, todo el petróleo, todo el oro, tener a todos los gobiernos rendidos a tus pies… incluso podrías apoderarte de la Luna y ponerle tu nombre si quisieras.
Tu vida transcurre inmersa en todos los lujos que puedas imaginar.
Pero el tiempo pasa y acabas envejeciendo y a pesar de los esfuerzos de los médicos a los que tan generosamente pagas, se acerca el momento de tu partida.
Y es entonces, en tu lecho de muerte, consciente de que tu tiempo en el mundo se acaba, cuando intentas comprar 1 hora más de vida.
Pero no puedes.
Ni ofreciendo toda tu fortuna puedes comprar una hora de vida. Ni tan solo puedes comprar un segundo.
Ahí es cuando comprendes que 1 solo segundo de tu tiempo, tiene un valor incalculable.
Si lo traducimos a dinero (para aquellos que afirman que “todo tiene un precio”), podríamos decir que 1 segundo de vida tiene un valor superior a 50 billones de dólares.
Y esto nos enfrenta de bruces con la cruda realidad: toda nuestra vida es una gran estafa a nivel económico, un pésimo negocio y un desastre financiero en toda regla.
Echemos cuentas.
Si por ejemplo, cobras 30 dólares por una hora de trabajo y cada segundo de tu vida tiene un valor superior a 50 billones de dólares, entonces por cada hora de trabajo, estás cambiando más de 180.000 billones de dólares en valor tiempo….por tan solo 30 dólares en papel.
Así transcurre toda tu vida laboral.
Y no. No digas que este es un razonamiento tramposo.
Porque el trabajo es un intercambio legal, en el que alquilas tu cuerpo y tu mente y vendes tu tiempo, a cambio de una determinada cantidad de dinero.
Y sí, hemos dicho que VENDES tu tiempo a cambio de dinero. No lo “alquilas” como haces con tu cuerpo o con tu mente, porque a diferencia del cuerpo y la mente, ese tiempo que entregas con el trabajo, ya no lo vuelves a recuperar nunca más.
Por lo tanto, lo estás vendiendo.
Así pues, aunque parezca increíble, tiene sentido que digamos que 1 segundo de vida tiene un valor superior a 50 billones de dólares.
Porque a pesar de resultar algo absurdo, al tiempo le otorgamos valor monetario cuando lo vendemos, aunque su valor real sea infinito y no podamos adquirirlo en ninguna parte.
Esta es la triste realidad que rige nuestras vidas.
Nacemos siendo emperadores, propietarios de tesoros de valor incalculable y vivimos y morimos como vulgares esclavos que no son propietarios ni de su propio tiempo.
El Sistema nos lava el cerebro para que cambiemos propiedades de valor incalculable… por simple “papel”.
Y a ello dedicamos toda nuestra vida.
EL ORIGEN DE NUESTROS MALES
No ser conscientes del auténtico valor de nuestras propiedades es la fuente de nuestras desgracias.
Porque una vez que dejamos de valorar nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro tiempo, dejamos de valorarnos a nosotros mismos.
Y una vez que dejamos de valorarnos a nosotros mismos, dejamos de valorar también a las demás personas y dejamos de valorar todas las cosas que tienen algún valor auténtico y real.
Y he aquí cuando surge, como un demonio, la terrible asociación psicológica que todos hacemos inconscientemente.
Porque una vez hemos aceptado sustituir nuestro tiempo, nuestro cuerpo y nuestra mente por “papel”, creemos que las demás personas también se pueden sustituir por “papel” y que los tesoros incalculables que nos brinda la naturaleza: el agua, la comida y el entorno, también se pueden cambiar por “papel”.
En la mente del hombre actual, todas las cosas del mundo “tienen un precio”, todo se puede cambiar por “papel”…
Y si el papel se puede quemar y destruir… entonces, ¿qué impide al hombre quemarlo y destruirlo todo?
Ahí reside el origen de nuestros males.
Hemos supeditado todo aquello que tiene un valor absoluto a elementos cuyo valor solo existe en el interior de nuestra mente: sean dinero, ideologías, creencias, patrias o leyes.
Nuestras propias creaciones psíquicas han terminado subyugándonos.
EL TIEMPO ES LA CLAVE
Pero de nuestras 3 propiedades, el tiempo es nuestro gran tesoro olvidado.
Todos somos más o menos conscientes del valor de nuestro cuerpo o incluso de nuestra mente, pues nos resultan “fácilmente experimentables”.
Pero el tiempo no podemos verlo ni tocarlo, es algo externo, inaprensible, que no forma parte de nosotros mismos y por esa razón pasamos la vida ignorando su valor… hasta que ya es demasiado tarde.
Curiosamente, la mayoría de gente considerará que todo lo que estamos diciendo no es más que una discusión filosófica vacía, acostumbrados como están a centrarse en realidades que ellos consideran “tangibles y pragmáticas”.
No se dan cuenta de que no hay nada más real y tangible que el valor y el sentido que le damos a nuestra propia existencia.
Es el tema más trascendente y transformador de la realidad que podemos afrontar, mucho más que cualquier discusión política.
Pero el Sistema ha realizado muy bien su trabajo. Les ha inculcado desde pequeños un rechazo visceral hacia los temas demasiado “profundos”.
Creen que el Sistema se cambia con pancartas, discursos, manifiestos o papeletas.
Así se pasan la vida discutiendo y luchando entre ellos por la etiqueta que le asignan a cada elemento de la realidad o por si los que les gobiernan se deben regir por tal o cual libro de instrucciones “ideológicas”.
Pero la realidad es que, sean quienes sean los que nos gobiernen, sean azules o rojos, sean de los “nuestros” o de los “suyos”, ninguno de ellos nos hablará jamás del valor de nuestras 3 únicas propiedades.
Toda pugna ideológica o política se centra siempre en elementos cuyo valor es relativo. Un valor tan relativo que solo existe en nuestra mente.
Por eso jamás verás una ideología o una religión diciéndote que eres tú el que le da valor a esos elementos y que su existencia depende totalmente de ti: sería darte la llave para que dejaras de creer en la propia ideología o en la propia religión.
Jamás verás una ideología o una religión recordándote que solo tú, a nivel individual, debes gobernar sobre tus 3 propiedades y que su valor es demasiado grande para que las cambies por nada o te las dejes arrebatar: sería recordarte que el poder sobre tu vida solo debes tenerlo tú.
No, eso nunca sucederá.
El objetivo de todas las ideologías se centra, siempre y de forma sibilina, en cómo repartir las “riquezas” vacías de valor y en qué posiciones debemos ocupar, cada uno de nosotros, en las estructuras sociales ficticias que hemos creado en nuestra psique.
Todo gira alrededor del dinero, los impuestos, la clase social, las leyes, las creencias, las patrias, los símbolos…
Se trata de un gran juego de manos, propio de un ilusionista, para que jamás nos centremos en lo esencial: en recuperar el dominio de nuestras únicas riquezas.
En recuperar nuestro poder individual.
Y no importa el color político, la ideología o la creencia.
Lo que siempre vemos ante nosotros es al Sistema, ofreciéndonos alguna de sus múltiples caras.
NOS ROBAN EL TIEMPO
Mucha gente está convencida de que el objetivo del Sistema es robarnos el dinero y arrebatarnos el poder político para concedérselo a una élite gobernante.
Y esa es solo una de sus múltiples funciones, quizás la más superficial de ellas.
Uno de los principales objetivos del Sistema, en realidad, es robarnos el tiempo y negarnos su auténtico valor. De hecho, necesita hacerlo para mantenerse en pie.
Y es que podemos afirmarlo sin ninguna duda: si el Tiempo se pudiera comprar y vender, podéis tener por seguro que sería el tesoro más valioso del Universo.
Si alguna gente es capaz de matar por conseguir trozos de papel de valor ficticio, ¿alguien se imagina lo que serían capaces de hacer por conseguir más tiempo de vida?
EL PRIMER PASO
Así pues, tomar conciencia plena del valor de nuestro tiempo resulta clave a la hora de recuperar nuestro poder individual.
Porque una vez le diéramos el valor que le corresponde a nuestro tiempo, nos daríamos el valor que nos corresponde a nosotros mismos, a nuestras decisiones, a nuestras acciones y sobre todo a nuestra libertad, por encima de todas las cosas.
Recuperaríamos el sentido pleno de nuestra dignidad como seres humanos.
Y entonces comprenderíamos el infinito valor que tienen el tiempo y la libertad de los demás.
Y una vez comprendiéramos que solo importan las cosas que tienen un valor absoluto, tomaríamos conciencia del valor incalculable de todos los cuerpos y mentes únicas que pueblan este mundo y del valor del agua, del aire, de la comida y del entorno.
De repente, recuperaríamos el sentido de la realidad y entenderíamos que nada se puede cambiar por “papel”.
Sería entonces cuando el Sistema, tal y como lo conocemos ahora, no nos podría dominar y se derrumbaría por completo.
Simplemente, dejaría de existir.
Tomemos pues, plena conciencia del valor de nuestros auténticos tesoros.
Empezando por el valor de nuestro tiempo, aunque eso signifique llorar por el que hemos malgastado hasta ahora, como lo lloran las personas en sus últimos momentos en la tierra.
Y hagamos todo lo posible para que las personas que nos rodean lo comprendan también.
Este es el primer paso.
GAZZETTA DEL APOCALIPSIS
Nota: si aún no lo habéis hecho, podéis ver el siguiente vídeo que narra todo lo contado en este artículo:
EL ORIGEN DEL MAL
Fuentes: http://gazzettadelapocalipsis.com/