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martes, 22 de marzo de 2016

El Reino de las Emociones


Tenemos cinco sentidos “físicos” para percibir la supuesta “realidad” que nos rodea.

Lejos de significar la gran ventaja que nos inundará de percepciones y grandes sensaciones, constituirán las “cinco puertas” que nos cierran el acceso al verdadero mundo real (el mundo cuántico o mundo espiritual), en el que los sentidos pueden ser infinitamente ilimitados, sin barreras que traducir ni superar.

De manera que los ojos nos sirven más para “no ver”, que para ver, y el tacto más para “no sentir”, que para sentir… Esto no quiere decir que no nos sirvan para “creer ver” lo que limitadamente, (mente – limitada) acostumbramos a ver ahora, sino que su función principal será más bien restringir o acotar; reducir nuestros parámetros o vehículos de percepción y aprendizaje a un sistema básico en el que centrarnos para poder desarrollarnos... (Comparable con el entorno de una guardería, todo cubos elementales y formas básicas…).

Resulta curioso comprobar el éxito de la inducción mental que nos llevó a creer, en un ilusorio paradigma hipnótico, (la matrix), que ese reducido grupo de sentidos era todo cuanto nos conectaba con “el mundo conocido”; mientras el mayor de los sentidos, el más importante y significativo, el que le da sentido y valor a todos los demás y el que, además, será el que vaya determinando el propio escenario en el que estos se puedan desenvolver y desarrollar, resultase omitido y “desaparecido” del panorama mental global.

Este sentido corresponde, nada más y nada menos, que a lo que podríamos denominar:

“Reino de las Emociones”.


Todo quedó polarizado en nuestro esquema mental y la separación entre los cinco sentidos del plano físico y los sentidos del mundo emocional, garantizó la permanencia de la desconexión entre ambos mundos; El plano físico o “mundo externo” y el mundo de las emociones o “universo interior”.

Uniendo pensamientos, sentimientos, emociones y sentidos, nos daremos cuenta, no con demasiada dificultad, que la diferencia entre dentro y fuera ya no es tal, y que estos mundos nunca estuvieron separados, pues forman entre si un todo indisoluble.

Nuestra percepción del mundo externo y nuestro mundo interior, no sólo están directamente relacionados, sino que uno y otro conviven y se complementan, transformando la energía en una “rueda sensorial evolutiva”, de la cual se alimentará e irá tomando “forma”, el Alma.

El Alma, en esencia, carente por sí misma de los medios apropiados para desenvolverse en una situación de aprendizaje, simplemente “ES”.

El Alma o “Ser Superior”, “Doble Cuántico”, o “Entidad Independiente de Conciencia”, se nutre del resultado de las experiencias obtenidas de un entorno con características propias, usando este escenario como espejo de su “latente inquietud evolutiva”, para generar la “ilusión de realidad” de la que todos hacemos uso ahora y compartimos:

Auténticas Almas en acción. (Con o sin conexión consciente).

EL REINO DE LAS EMOCIONES


Canal "YouTube" de TriPulantes

El Alma o “esencia del ser” va conformándose en la trastienda y su sustancia está compuesta de energía vibratoria de “alta intensidad” o “baja densidad”. Una energía mucho menos densa de la que funciona en la “proyección de la conciencia” en la que ahora nos encontramos inmersos. (Cuando la vibración se eleva, es decir se hace más rápida, el medio se vuelve menos denso y los pensamientos de “alta vibración” se desenvuelven en él a mayor velocidad, en un espectro en el que “el tiempo”, adquiere unas características similares en cuanto a relatividad y velocidad, a como lo percibimos mientras dormimos, “soñando”).

En este primer estadio, sin embargo, donde la energía se concentra en un estado de alta densidad-lenta vibración, (el mundo de la materia), escuela básica dedicada al aprendizaje del buen uso y manejo del elemento creador; el pensamiento, este se desenvuelve en un entorno de experimentación y ensayo, en el que se mueve con especial dificultad y no se manifestará al instante. (Tal y como ocurriría en un plano de menor densidad-mayor vibración).

En este escenario-escuela de pensamiento, el instrumento creador (pensamiento) se encuentra sometido a un medio especialmente diseñado para las “primeras tomas de contacto”, encontrando todo tipo de dificultades antes de poder manifestarse y entrar así a formar parte activa del holograma cocreado-compartido. El pensamiento, en este estadio, se moverá entonces en un entorno de marcado “carácter regulador”, siendo el concepto “tiempo” el elemento que ofrecerá las posibilidades de “criba y regulación” que decidirán, según empeño e intención, cuáles serán los pensamientos manifestados o frustrados; creados o desechados.

“No en vano, estamos aprendiendo”




El tiempo, aparecerá como residuo de la distancia que tendrá que recorrer el pensamiento antes de manifestarse. El pensamiento, se ve manifestarse a tiempo real a través de su especulación en la materia, (energía de alta densidad) creando el efecto sensorial “tiempo”. (El “tiempo” que tardará en ser realizado y poder manifestarse).

Acortando esa distancia entre los elementos diferenciadores creer-crear, nos encontraremos en una situación en la que los cronos, (los tiempos) serán cada vez menores y, si esto llega a producirse a igual velocidad, acto de pensar, acto de creer y su manifestación, serán uno, pues acto de creer y acto de crear, -pensamiento, sentimiento, emoción y su manifestación en la materia- se habrán SINCRONIZADO. (Sin-cronos = Sin tiempo).

Así funcionará la creación-cocreación en mundos más elevados, (“Quinta Dimensión”), siendo entonces responsabilidad de los creadores el resultado final e inmediato del mundo percibido, cocreado y compartido; sin limitaciones de tiempo ni espacio… de ahí que resulte imprescindible la elevación de la conciencia para nuestro inminente futuro. (Ser-consciente).

La construcción de estos hologramas o estados de conciencia, corresponderán a la media de los pensamientos que a través de este proceso se fueron conformando y manifestando, independientemente de la consciencia de este hecho por parte de usuarios y visitantes temporales, pues son el pensamiento y los sistema de creencias los últimos y únicos responsables de cuanto podamos ver o percibir manifestado en la materia; creadores de cuantas realidades podamos imaginar y por lo tanto llegar a conocer.

En estos hologramas de energía o “estados de conciencia”, el alma necesitará un cuerpo para cada estadio evolutivo o escenario en el que se pueda desenvolver, y para este holograma ya tenemos cada uno el nuestro:

“Hemos funcionado con un cuerpo adaptado a la peculiaridad de un espacio de conciencia básico, donde la percepción de la misma ha estado limitada por 5 puertas de acceso a una “habitación cerrada” y el elemento creador, pensamiento, ha estado sometido a filtros y a todo tipo de pruebas de acceso y examen”. (Tercera Dimensión).

Pero a partir de aquí, los cuerpos a utilizar en espacios preparados para una vivencia de carácter “abierto e ilimitado”, habrán de ser alimentados y actualizados para poder desenvolverse en una nueva situación, y así continuar con un proceso permanente de experimentación, (la única constante que existe en el universo es el cambio), donde el mismo acto de vivir nos enseña, siendo el acto de vivir, el propio medio a través del cual “la fuente” se expresa y manifiesta, conformándose.

La idea de la “Con-Ciencia de Dios”, será entonces por fin reconocida dentro de cada uno de nosotros, como los elementos propios de los que “Dios”, o la “Conciencia Universal”, se sirve para recrear su ilimitada posibilidad.


La Matrix, funciona como elemento separador de la conciencia universal (Dios), y su propia re-creación, sumergiéndose en un arriesgado paradigma en el que “Dios”, se desvincula de sí mismo para que, ausente de la percepción de su carácter infinito e inmortal, se enfrente a nuevas situaciones límite.

Un juego en el que gana quien consigue salir del laberinto.

Dios retándose a sí mismo; exigiéndose el máximo de los esfuerzos para su propia elevada idea de cocreación, consigo mismo…

Dios jugando al escondite.

Somos nosotros la primera avanzadilla de una nueva idea de Dios todavía sin concretar.

Somos los constructores-cocreadores de universos nuevos.

Somos la creación de Dios, la acción de Dios y la emoción de Dios, todo a la vez.

José Vaso




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