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martes, 24 de marzo de 2015

¿Somos El Alimento De Los Dioses?


Va una de esas entradas que no todo el mundo está dispuesto a tomar en serio, ... porque si lo haces, tu mundo va a cambiar de un modo irreversible. 

¿Somos El Alimento De Los Dioses? (1ª Parte)


Encaramos uno de los problemas radicales de nuestra existencia como especie: ¿Existen entidades más evolucionadas que se alimentan de nosotros, de la misma forma que nosotros lo hacemos con los animales y las plantas, sin que éstos tengan a veces siquiera conciencia de nuestra existencia?

"La revolución de los brujos consiste en que se rehúsan a honrar acuerdos en los que no participaron. Nadie me preguntó si consentiría en ser devorado por seres con otro tipo de conciencia. Mis padres sólo me trajeron a este mundo para ser comida, como ellos, y éste es el fin de la historia."

(Carlos Castaneda, "El lado activo del infinito")

No puedo imaginar nada más aterrador que ser el alimento de un depredador invisible. Que incluso en este preciso momento, imposible de percibir para el estado actual de mi conciencia, esté siendo devorado lentamente por una entidad evolutivamente más elevada, que, de igual manera que nosotros nos alimentamos de seres que concebimos como evolutivamente inferiores, encuentre en mí el alimento necesario para sobrevivir y posiblemente seguir escalando en la pirámide de la conciencia universal.


Pienso en aquellas películas de terror que uno ve para sentir una sensación muy particular, un "rush existencial", en las que generalmente había un asesino o entidad maligna que acechaba a los protagonistas (de los cuales nosotros éramos sucedáneo). Este rol antagónico era más efectivo, generaba más miedo, en la medida en la que era más indefinido, más abstracto y metafísico. Es el horror cósmico de Lovecraft o los poderes supernaturales de los personajes de Stephen King

Pienso que tal vez este ascenso del terror en proporción a lo incognoscible, al misterio de lo paranormal, tiene una profunda ancla en la mente colectiva de la humanidad. Tal vez es un vestigio del mirífico (admirable, maravilloso) atisbo de los dioses y demonios que habitan el mundo (o al menos habitan la psique que proyecta, sobre la cueva de lo real, una historia del mundo).

Nos gusta pensar que en las dimensiones superiores de la evolución (si es que no somos la cereza en el pastel, la obra maestra de la evolución, o de Dios), el universo de alguna manera se acomoda a una armonía en la que los seres conscientes conviven pacíficamente, abriendo paso en la escala cósmica sin obstaculizar el impulso ascendente de los que vienen abajo. 

Dice el investigador esotérico Juán García Atienza:

"La realidad para el ser humano, está compuesta como una pirámide escalonada en la que nosotros ocuparíamos la cúspide, abarcando todo cuanto sube hasta nuestros pies y con el convencimiento de que, por encima nuestro, todo el inmenso cielo pertenece a una sola divinidad protectora que nos abarca y nos integra en su infinitud única e indivisible".


Ya sea que imaginemos que somos un epifenómeno exclusivo de la evolución y que no existe vida o conciencia por encima de nosotros en el desierto del espacio; que creamos que arriba de nosotros solo existe más que la legión divina, el cielo en su desnudez rutilante de fusión absoluta; o que pensemos que existen seres más evolucionados (actualmente conjuramos extraterrestres en mundos distantes), nos cuesta trabajo contemplar, con seriedad, la posibilidad de que seamos el alimento, la energía, de una especie íntimamente ligada con nuestra matriz de existencia, si bien imperceptible. 

Dejamos esto a la especulación exorbitada de las conspiraciones y de los "freaks del new age", pero un análisis minucioso de nuestra experiencia, mirando hacia abajo en la escala evolutiva, al menos hace plausible teóricamente que existan entidades que no percibimos del todo y que se alimentan de nosotros

De no haberlas, algo que también es posible, sería, sin embargo, un caso completamente excepcional.


En este punto quisiera detenerme brevemente para aclarar que mi intención al explorar este tema no es crear una conciencia paranoica ni tampoco revelar una epifanía metafísica. 

Sinceramente, en lo personal, no tengo ningún tipo de evidencia de que existan estas hipotéticas entidades más evolucionadas que, bajo la elemental lógica de la pirámide alimenticia, podrían usarnos como comida. 

Mi inquietud nace solamente de una perspectiva teórica, de que dentro de un esquema racional basado en la observación y en la experiencia de lo que conocemos en este planeta es enteramente plausible concebir la existencia de seres por encima de nosotros en la escala evolutiva. 

Es posible que, de existir, estas entidades hayan evolucionado a un punto en el que no sea necesario alimentarse de aquellas entidades inmediatamente inferiores (de alguna manera como algunos seres humanos se rehúsan a alimentarse de los animales). 

Podrían alimentarse de xenón, luz ultravioleta, imprimir sus propios alimentos en 5D o algo equivalente a la "nanotecnología", por todo lo que sabemos. 

Pero también es muy posible que, entre la multiplicidad de seres que podrían haber evolucionado en este planeta o en otros proyectos de vida, existan aquellos para los que los seres humanos somos apetecibles. Incluso podrían existir entidades para los que somos más que una "delicatessen" en el menú cósmico, somos una indispensable fuente de energía en su dieta, quizás como uno de esos pollos transgénicos de granja, especialmente crecidos para alimentar a poblaciones enteras

Y no necesariamente tendrían que alimentarse de nuestra carne, de la misma forma que nosotros extraemos sustancias de algunas plantas o usamos algunos minerales para alimentar nuestra tecnología, podrían sintetizar a través de nosotros algún tipo de molécula, utilizarnos (como ocurre en Matrix) como una batería o algo aún más arcano.


En una de las pocas entrevistas en las que quiso hablar acerca de la trama subyacente en su película "2001: Odisea en el Espacio", Stanley Kubrick dijo:

"Tales inteligencias cósmicas, evolucionando en conocimiento por eones, estarían tan distantes del hombre como nosotros estamos de las hormigas. Podrían estar en comunicación telepática instantánea a lo largo del universo, podrían haber logrado la maestría total sobre la materia y de esta forma se podrían transportar instantáneamente a través de billones de años luz de espacio; en su última fase podrían abandonar la forma física y existir como una consciencia incorpórea inmortal en todo el universo".


Ciertamente estas inteligencias, dioses desde nuestra limitada conciencia, podrían haber trascendido la biología y no necesitar de alimento como lo conocemos. 

Pero entonces podría ser que se “alimenten” de una comida mental, de la adoración, de la energía psíquica o de otras formas sutiles de energía que podrían encontrar en nosotros. Y estas inteligencias cósmicas podrían estar en los lugares que menos esperamos.

Aleph de Pourtales




¿Somos El Alimento De Los Dioses? (2ª Parte)


En su ensayo "La Promesa de la Serpiente", Aeolus Kephas, advierte: 

"En un medio ambiente predatorio, todo es alimento para alguien más. Entonces, ¿por qué asumir que esto no se aplica en el campo de la conciencia o a nuestra interacción con esos “espíritus” que residen en los enteógenos que consumimos, deseosos de ser poseídos por Dios?" 

Según Juán García Atienza, un hombre que investigó a fondo temas de lo que llamó “la otra realidad” sin perder del todo la cordura, en los niveles de evolución consciente, ya no se trata solamente de “una dependencia irracional e instintiva”; sino de la captación de una esencia que una especie consigue mediando su inteligencia y voluntad, para seguir subsistiendo y finalmente escalar la pirámide evolutiva hacia “los niveles superiores de conciencia universal”

En este plano escalar de la evolución cósmica no existen las categorías morales del bien y el mal, existe un feroz intercambio de energía

En un universo predatorio donde la energía parece ser lo que define si una entidad puede continuar su existencia y posiblemente seguir ascendiendo hacia un “extraño atractor” (el término usado por Terence Mckenna para describir el magnetismo al final del tiempo que impulsa a la evolución) no es de esperarse que abunde la condescendencia moral. Si es que existen seres más evolucionados que nosotros que actúan de manera que favorece nuestra propia evolución, cual ángeles, seguramente lo hacen porque esta conducta favorece su propia evolución al aumentar, bajo un mecanismo de feedback, su nivel energético

Daniel Pinchbeck explica en su libro "Breaking Open the Head" las ideas del místico armenio George Gurdjieff

Este proceso transformador ocurre en etapas, en el tiempo. Creía que todo, incluyendo los procesos psíquicos y los pensamientos, eran una forma material –y todo lo material, era en cierta forma, sensible. “Todo a su manera es inteligente y consciente”, dijo. “El grado de conciencia corresponde a un grado de densidad o de velocidad de vibraciones. Entre más densa la materia, menos consciente es”. En su perspectiva, el universo funcionaba como un sistema de “mantenimiento recíproco”, donde cada nivel de entidad se alimenta de las entidades inferiores. Los seres humanos, las entidades orgánicas más conscientes de la Tierra, eran alimento de los demiurgos por encima de ellos. 


La misma idea en "La Gran Manipulación Cósmica" de Atienza

"Toda la realidad cósmica es una constante acumulación de tensiones, de causas y efectos, un toma y daca en el que cada entidad recibe su esencia de otra y cede su energía para que, a su vez, sea utilizada por otra entidad más evolucionada, la cual procura cuidar y conservar, por su parte, la fuente de su propia supervivencia. Ese cuidado y esa conservación suponen precisamente [una] manipulación". 

La pregunta de por qué no percibimos, al menos la mayoría de los humanos, a estas hipotéticas entidades podría explicarse por esta manipulación

En muchos casos es importante para el predador que la presa no sepa que está merodeando en el perímetro. O al menos que no perciba que es una amenaza para que siga haciendo lo que hace sin perturbarse

Un ejemplo de esta manipulación es imaginado por Aeolus Kephas: estas inteligencias, sugiere, pueden llegar incluso a utilizar a las plantas para coaccionar al ser humano

Los espíritus son inteligencias inorgánicas (que podrían incluir a lo que llamamos las almas de los muertos). Siendo inorgánicos o muertos no tienen acceso a la forma física sensible. Esta es un área en la cual no estoy seguro al cien por ciento, ya que los espíritus inorgánicos aparentemente pueden vivir en la materia orgánica, de la misma forma que los seres elementales o las hadas, se dice, pueden vivir en las rocas y en las plantas y demás. Puede ser que estos espíritus busquen específicamente experimentar la existencia humana —y hacer que seres humanos encarnados ingieran enteógenos sea una formar para lograr esto. Cualquiera que sea el caso, aparentan desear no solo congreso con sino ingreso a (y a través de) nuestra conciencia, lo cual consiguen no solo accediendo a nuestras neuronas (al tiempo que son “secuestradas” por los químicos psicoactivos) sino a toda la red a la que estas neuronas están vinculadas. 


Una de las más detalladas descripciones de estos supuestas entidades que se alimentan del ser humano es la desarrollada por Carlos Castaneda, en un principio crípticamente, bajo el apelativo de los seres inorgánicos y luego, en "El Lado Activo del Infinito", más explícitamente con el nombre del “depredador” y “los voladores” (que vinieron "desde las profundidades del cosmos" a gobernar nuestras vidas) . Algunos consideran que los libros de Castaneda son ficción o que en muchos casos utiliza metáforas cuando muchas personas lo toman literalmente. De cualquier forma es una referencia ineludible en este tema. Castaneda pone en boca de Don Juán Matus

"Ellos son los que establecieron nuestras esperanzas y expectativas y los sueños de éxito o fracaso. Nos han dado la codicia, la avaricia y la cobardía. Es el predador el que nos hace complacientes, rutinarios y ególatra […] los depredadores nos dieron su mente, que se convirtió en nuestra mente". 

Esta última frase tiene ecos de la filosofía gnóstica, donde los seres inorgánicos, voladores o depredadores, son llamados Arcontes (los señores planetarios), que según textos cristianos como los del Nag Hammadi, son una especie de "tricksters" que crean realidades simuladas, duplicados en los que el ser humano cae ilusoriamente como un pez muerde la carnada de un anzuelo

En "The Three Stigmata of Palmer Eldritch", Phillip K. Dick da voz a un Arconte interplanetario que se infiltra en la mente individual y colectiva de la humanidad: 

"Lo que quiero decir es que me convertiré en todas las personas del planeta…Seré todos los colonos mientras arriban y empiezan a vivir aquí. Guiare su civilización. Es más seré su civilización". 

En reiteradas ocasiones, no sabemos si de manera metafórica, Gurdjieff mencionó que los seres humanos eran "comida de la Luna", tal vez en una resonancia con el sistema gnóstico en el que los Arcontes son vistos como rectores planetarios, generalmente siete (los siete planetas). 


El investigador francés Jacques Vallee, de forma similar, dice en su libro "Messengers of Deception" que los extraterrestres (o cyborgs) provienen del sistema planetario local y que “el fenómeno OVNI” es “un sistema de control espiritual” que se comporta como “un proceso de condicionamiento” y que estas supuestas entidades, más que utilizar máquinas (naves) estaría alterando nuestra percepción o jugando con las leyes de la física que conocemos

Esta aparente manipulación de la que seríamos objeto, forjando un sistema de creencias propenso a mantenernos como “carne de cañón”, podría explicar tal vez la función que ha tenido la religión organizada en la historia del hombre. 

Pensadores como Marx y Nietzsche advirtieron que la religión funcionaba como una operación de manipulación psicológica destinada a despojar al hombre de su poder personal, induciéndolo a un estado de sopor y sumisión. Pese a esta remoción de la fuerza individual se generaba una adoración de las entidades y mecanismos que propiciaban dicho despojo. Incluso, por mucho tiempo, en numerosas culturas, se sacrificaban animales y seres humanos para saciar el hambre de estas entidades superiores. Pero, de existir estas entidades predatorias, ¿acaso no es justamente lo que les convendría, que pensáramos en ellas como dioses? Y así nos estuviéramos sin sobresaltos en el “humanero” y marcháramos sin resistencia al matadero

En la Biblia en diversas ocasiones se hace referencia a la divinidad (padre o hijo) como el pastor, y al ser humano como el rebaño o el ganado. Los dioses griegos también obtienen el epíteto, en las épicas homéricas, de “pastores de hombres”. El pastor puede desarrollar cierto afecto por sus ovejas, pero a fin de cuentas lo que hace siempre es manipular a su ganado para obtener un alimento. Esta es la esencia de un pastor y un rebaño. 

Ahora bien, si es que existen estas entidades, más allá de que presentan un aspecto en primera instancia terrorífico; y en segunda, y más importante, representan un obstáculo insoslayable para la continuidad evolutiva del ser humano y la libertad del individuo, esto es de ninguna manera algo que deba tomarse a mal

En cierta forma, en el divino misterio del universo, aquello que está por encima de nosotros, ángel o vampiro, es lo que nos propulsa, nos jalonea hacia arriba, nos motiva a superar el estadio actual de víctimas de la realidad predatoria. Explica Castaneda en palabras de Don Juán

"Los voladores son una parte esencial del universo… y deben ser tomados como lo que realmente son – increíbles, monstruosos. Son el medio por el cual el universo nos pone a prueba". 


El maestro Gurdjieff hace la arenga: 

"Las posibilidades de evolucionar existen y se pueden desarrollar en individuos aislados …" 

"Las fuerzas que se oponen a la evolución de las grandes masas humanas también se oponen a la evolución de cada hombre. Toca a cada uno chasquearlas". 

En cierta forma, si existen, estas entidades son como los guardianes del Castillo –o del Paraíso: tanto la espada del arcángel como la promesa de la serpiente… Como aquel irritante ujier que impide la entrada a la Ley (divina) a la transpersonalización de Kafka en El Proceso, son terribles, inmisericordes e insondables, pero también imprescindibles si queremos acceder a esa realidad superior, a ese misterio que nos llama desde la profundidad de nuestro espíritu, en la que se disuelve el universo y la totalidad de la existencia

Están ahí, al final del nivel, y definen si nos toca "Game Over" (y volver a empezar en la rueda de las vidas) o alcanzamos el tálamo de la Princesa (el dote de Gaia-Sophia). 

Aleph de Pourtales 

(Fuente: http://pijamasurf.com/, entrada publicada originalmente el 17 de julio de 2012)



¿Somos El Alimento De Los Dioses? (3ª Parte)


Existe un ancestral conocimiento sobre la existencia de entidades que parecen "comer" al ser humano, y no es precisamente carne la forma de alimento que ellos precisan. 

Es una energía generada por los sentimientos y las emociones exaltadas que producen una forma energética con la que ciertas entidades se alimentan. 

Si nos damos cuenta, en la progresión de la cultura occidental, hay una "sobre estimulación" emocional. Las penas, las depresiones, el estrés, los problemas en general; así como la brutalidad mediática, hacen que el humano genere con más fuerza si cabe esa energía. 

En el siguiente vídeo, J.L. nos presenta unos interesantes párrafos escritos por Carlos Castaneda hace 40 años donde nos revela la identidad de esas entidades y su forma de operar sobre nosotros para extraer ese alimento que les es preciso. Esas entidades que él llama "predadores"

¿Quién Depreda al Ser Humano?


DEPREDADORES DE LA CONCIENCIA - VOLADORES

Cuenta J. García de Sonora (Méjico) que Carlos Castaneda trajo a una de sus reuniones un concepto enteramente nuevo y escalofríante, que despertó las más apasionadas controversias. 


"El hombre -dijo- es un ser mágico, tiene la capacidad de volar por el universo al igual que cualquiera de los millones de conciencias que existen. Pero, en algún momento de su historia, perdió su libertad. Ahora su mente ya no es suya, es una intrusión." Afirmó que los seres humanos somos rehenes de un conjunto de entidades cósmicas que se dedican a la depredación, a las cuales los brujos llaman "los voladores". Dijo que este era un tema muy secreto de los antiguos videntes, pero que, debido a un augurio, él había entendido que ya era tiempo de divulgarlo. El augurio fue una fotografía que había tomado Tony, un budista cristiano amigo suyo. En ella aparecía nítidamente la figura de un ser oscuro y ominoso flotando sobre una multitud de fieles reunida en las pirámides de Teotihuacán. 

"Mis compañeras y yo determinamos que ya era tiempo de dar a conocer nuestra verdadera situación como seres sociales, aun a costa de toda la suspicacia que tal información pueda generar en el público." 

Cuando se me presentó la oportunidad, le pedí que me dijese algo más sobre los voladores, y entonces me contó que uno de los aspectos más terroríficos del mundo de Don Juan; que somos prisioneros de seres venidos de los confines del universo, quienes nos usan con el mismo desenfado con que nosotros usamos a los pollos. 


Explicó: "La porción del universo a la que tenemos acceso es el campo de operaciones de dos formas radicalmente diferentes de conciencia. Una, a la que pertenecen las plantas y los animales, incluso el hombre, es una conciencia blanquecina, joven, generadora de energía. La otra es una conciencia infinitamente más vieja y parasitaria, poseedora de una cantidad inmensa de conocimientos." 

"Además de los hombres y otros seres que habitan esta tierra, hay en el universo una inmensa gama de entidades inorgánicas. Están presentes entre nosotros y en ciertas ocasiones se nos hacen visibles. Les llamamos fantasmas o apariciones. Una de esas especies, que los videntes describen como enormes bultos voladores de color negro, llegó en algún momento de la profundidad del Cosmos y encontró un oasis de conciencia en nuestro mundo. Ellos se han especializado en ordeñarnos." "¡Eso es increíble!" -exclamé. "Lo sé, pero es la más pura y aterradora verdad. ¿Nunca te has preguntado el por qué de los altibajos energéticos y emocionales de la gente? Es el predador que viene periódicamente a recoger su cuota de conciencia. Sólo dejan lo suficiente para que sigamos viviendo, y a veces ni para eso." "¿Qué quieres decir?" "Que a veces se pasan y la persona enferma de gravedad, y hasta muere." Yo no daba crédito a mis oídos. "¿Quieres decir que estamos siendo devorados en vida?" -le pregunté. Sonrió. "Bueno, ellos no nos 'comen' literalmente, lo que hacen es una transferencia vibratoria. La conciencia es energía y ellos pueden alinearse con nosotros. Como por naturaleza están siempre hambrientos, y nosotros, por el contrario, exudamos luz, el resultado de ese alineamiento solo puede ser descrito como depredación energética." "Pero, ¿por qué hacen eso?" "Porque, en un plano cósmico, la energía es la moneda más fuerte y todos la quieren, y nosotros somos una raza vital, repleta de alimento. Cada cosa viva come a otra, y siempre el más poderoso sale ganando. ¿Quién dijo que el hombre está en la cúspide de la cadena alimenticia? Esa visión solo pudo ocurrírsele a un ser humano. Para los inorgánicos, nosotros somos la presa." 


Le comenté que se me hacía inconcebible que entidades más conscientes que nosotros llegasen a ese grado de rapiña. Replicó: "Pero, ¿qué crees que haces tú cuando comes una lechuga o un bistec? ¡Estás comiendo vida! Tu sensibilidad es hipócrita. Los depredadores cósmicos no son ni más ni menos crueles que nosotros. Cuando una raza más fuerte consume a otra inferior, está ayudando a que su energía evolucione." "Ya te he dicho que en el universo sólo hay guerra. Los enfrentamientos de los hombres son un reflejo de lo que pasa ahí fuera. 

"Es normal que una especie intente consumir a otra; lo propio de un guerrero es NO lamentarse por ello y procurar sobrevivir." "¿Y cómo nos consumen?" "A través de nuestras emociones, debidamente encauzadas por el parloteo interior. Han diseñado el entorno social en tal forma que estamos todo el tiempo disparando oleadas de emociones que son inmediatamente absorbidas. Sobre todo, les gustan los ataque de ego; para ellos, ése es el bocado más exquisito. Tales emociones son iguales en cualquier lugar del universo donde se presenten, y ellos han aprendido a metabolizarlas." "Algunos nos consumen por la lujuria, la ira o el temor; otros prefieren sentimientos más delicados, como el amor o la ternura. Pero todos ellos están interesados en lo mismo. Lo normal es que nos ataquen por la zona de la cabeza, el corazón o el vientre, allí donde guardamos el grueso de nuestra energía." 

"¿Atacan también a los animales?" "Esos seres usan a todo lo que esté disponible, pero prefieren la conciencia organizada. Drenan a los animales y a las plantas en la medida de su atención, que no es demasiado fija. Atacan incluso a los demás seres inorgánicos, sólo que aquellos SÍ los ven y los esquivan, como nosotros esquivamos a los mosquitos. El único que cae completito en su trampa es el hombre." 


"¿Cómo es posible que todo eso esté ocurriendo sin que nos demos cuenta?" "Porque heredamos el intercambio con esos seres casi como una condición genética, y a estas alturas nos parece algo natural. Cuando nace la criatura, la madre la ofrece como comida, sin darse cuenta, pues la mente de ella también está dominada. Al bautizarla está firmando un convenio. A partir de ahí se esfuerza por inculcarle modales de conducta aceptables, la doma, cercena su lado guerrero y la convierte en mansa oveja."Cuando un niño sale suficientemente energético para rechazar esa imposición, pero no lo suficiente como para entrar en el camino del guerrero, se vuelve un rebelde o un desajustado social." "La ventaja de los voladores radica en la diferencia entre nuestros niveles de conciencia. Ellos son entidades muy poderosas y vastas; la idea que tenemos de ellos es equivalente a la que tiene una hormiga de nosotros." "Sin embargo, su presencia es dolorosa y se puede medir en diversas maneras. Por ejemplo, cuando nos provocan ataques de racionalidad o desconfianza, o nos sentimos tentados a violar nuestras propias decisiones. Los locos pueden detectarlos muy fácilmente -demasiado, diría yo-, ya que sienten físicamente cómo estos seres se posan sobre sus hombros, generando paranoias. 

EL SUICIDIO  

"El suicidio es el sello del volador, pues su mente es homicida potencial." "Dices que se trata de un intercambio, pero, ¿qué ganamos nosotros con semejante despojo?" "A cambio de nuestra energía, los voladores nos han dado la mente, los apegos y el ego. Para ellos, no somos sus esclavos, sino una especie de obreros asalariados. Privilegiaron a una raza primitiva y le dieron el don de pensar, lo cual nos hizo evolucionar; más aún, nos ha civilizado. De no ser por ellos, aun estaríamos escondidos en cuevas o haciendo nidos en las copas de los árboles." "Los voladores nos dominan a través de nuestras tradiciones y costumbres. Son los amos de las religiones, los creadores de las Historia. Escuchamos su voz en la radio y leemos sus ideas en los periódicos. Ellos manejan todos nuestros medios de información y nuestros sistemas de creencias. Su estrategia es magnífica. Por ejemplo, hubo un hombre honesto que habló de amor y libertad; ellos lo han convertido en autocompasión y servilismo. 


Lo hacen con todos, incluso con los naguales. Por eso el trabajo de un brujo es solitario." 

"Durante milenios, los voladores han urdido planes para colectivizarnos. Hubo una época en que se hicieron tan descarados, que hasta se mostraban en público y las gentes los representaron en piedra. Eran tiempos oscuros, pululaban por doquier. Pero ahora su estrategia se ha hecho tan inteligente que ni sabemos que existen. En el pasado nos enganchaban por la credulidad, hoy, por el materialismo. Ellos son responsables de que la aspiración del hombre actual sea no tener que pensar por sí mismo; ¡observa no más cuánto tiempo aguanta alguien en silencio!." "¿Por qué ese cambio en su estrategia?" "Porque en este momento, ellos están corriendo un gran riesgo. La humanidad está en un contacto muy rápido y cualquiera puede informarse. O nos llenan la cabeza, bombardeándonos día y noche con todo tipo de sugestiones, o habrá algunos que se den cuenta y avisen a los demás." "¿Qué ocurriría si lográsemos repeler a esas entidades?" "En una semana recuperaríamos nuestra vitalidad y estaríamos brillando de nuevo. Pero, como seres humanos normales, no podemos plantearnos esa posibilidad, porque ello implicaría ir en contra de todo lo que es socialmente aceptable

LA DISCIPLINA DE LA RECAPITULACIÓN 


"Afortunadamente, los brujos tenemos un arma: la disciplina." "El encuentro con los inorgánicos es gradual. Al principio no los notamos. Pero un aprendiz comienza a verlos en su ensueño y luego en su vigilia -algo que puede enloquecerle si no aprende a actuar como un guerrero. Después de que se da cuenta, puede confrontarlos." "Los brujos manipulan la mente foránea haciéndose cazadores de energía. Es con ese fin que mis compañeras y yo hemos diseñado para las masas los ejercicios de "tensegridad", que tienen la virtud de liberarnos de la mente del volador." "En ese sentido, el brujo es oportunista. Aprovecha el empujón que le dieron y dice a sus captores: '¡Gracias por todo, ahí nos vemos! El acuerdo que ustedes hicieron fue con mis antepasados, no conmigo'. Al recapitular su vida, literalmente está sacándole al volador la comida de la boca. Es como si llegásemos a la tienda y devolviésemos el producto al tendero, exigiéndole: '¡Regrésame mi dinero!' A los inorgánicos no les gusta eso, pero no pueden hacer nada." "Nuestra ventaja es que somos prescindibles, ¡hay mucha comida por ahí! Una posición de alerta total, que no es otra cosa que disciplina, crea condiciones tales en nuestra atención, que dejamos de ser sabrosos para esos seres. En tal caso, dan media vuelta y nos dejan tranquilos." 

(Fuente: narom.org, entrada publicada originalmente el 17 de julio de 2012) 



¿Somos El Alimento De Los Dioses? (4ª Parte)


"Estamos a merced de esas entidades (voladores). Nos comen como nosotros comemos pollos, los cuidamos y luego nos los comemos." 

(Carlos Castaneda)

¿Qué Se "COME" Al Ser Humano? EXTRATERRESTRES


En las tres entradas precedentes, he presentado la teoría de que seres ancestrales se alimentan energéticamente de los seres humanos. Dicha teoría fue expuesta abiertamente por Castaneda en sus conferencias y talleres, así como en su libro "El lado activo del inifinito", si bien coincide con creencias arraigadas en muy diversas culturas de la antigüedad. 


Curiosamente, el aspecto de peces que atribuía Don Juan a estas entidades, también parece coincidir con las divinidades acuáticas de cosmogonías diversas, como el sumerio Oannes, de quien nos habla J.L. en el siguiente video:

El Misterioso Dios Oannes


Si, conocidos abiertamente en otro tiempo, los hombres se sabían a merced de estas entidades es lógico concebirlos como dioses y aplacarlos mediante aquello de lo que se alimentaban: el sufrimiento humano


De ahí los sacrificios realizados para obtener el "favor" de estos dioses, como lo hacían los mayas y otras culturas a través de rituales. Ahora, los sacrificios humanos ya no son selectivos, ahora son de masas, con las guerras, crisis socioeconómicas, religiosas, etc. El sufrimiento es programado mediante ingeniería social por una Élite que ha victimizado a la gran mayoría de la población de la Tierra, posiblemente en connivencia con estos seres interdimensionales, los cuales para esa mayoría solo podrían ser caracterizados como "demonios"


Los Humanos Somos Alimento De "Algo"



(Entrada publicada originalmente el 30 de julio de 2012)



Carlos Castaneda Describe Al "PREDADOR"


Como corolario a una serie de artículos recientemente "recuperados" bajo el título "¿Somos el alimento de los dioses?", reproduzco unidos tres fragmentos de "El lado activo del infinito", uno de los libros más reveladores de Carlos Castaneda y el que contiene una de las claves del lugar del hombre en el Universo, que, más temprano que tarde, tendremos que encarar a nivel de especie, cuando la elección entre la esclavitud o la trascendencia se nos plantee sin posibilidad de elegir ninguna tercera opción

Sé que mi insistencia en este tema sonará a discordante en relación a la línea político-reivindicativa que -por razones de actualidad- ha orientado a este blog. Pero "siento" que no va a haber despertar ciudadano sin un sustrato espiritual (de acuerdo con el lema de "Astillas de realidad"), por lo que debemos irnos acostumbrando a pensar, aunque sea como metáfora, en lo que los chamanes toltecas llamaron en su momento "el tema de los temas". No es tranquilizador, pero todo el que ha atisbado, por las vías que sea, el mundo paralelo al nuestro, abriendo su conciencia y su sensibilidad, sabe de qué -y por qué- hablo. 


- ¿Qué es, don Juan? - pregunté -. Veo sombras fugaces negras por todos lados. 

- Ah, es el universo en su totalidad - dijo -, inconmensurable, no lineal, fuera del reino de la sintaxis. Los chamanes del México antiguo fueron los primeros que vieron esas sombras fugaces, así es que las siguieron. Las vieron como tú las viste hoy, y las vieron como energía que fluye en el universo. Y, sí, descubrieron algo trascendental. 

Paró de hablar y me miró. Sus pausas encajaban perfectamente. Siempre paraba de hablar cuando yo pendía de un hilo. 


- ¿Qué descubrieron, don Juan? - pregunté. 

- Descubrieron que tenemos un compañero de por vida - dijo de la manera más clara que pudo -. Tenemos un predador que vino desde las profundidades del cosmos y tomó control sobre nuestras vidas. Los seres humanos son sus prisioneros. El predador es nuestro amo y señor. Nos ha vuelto dóciles, indefensos. Si queremos protestar, suprime nuestras protestas. Si queremos actuar independientemente, nos ordena que no lo hagamos. [...] Has llegado, a través de tu propio esfuerzo, a lo que los chamanes del México antiguo llamaban el tema de temas - dijo don Juan -. Me anduve con rodeos todo este tiempo, insinuándote que algo nos tiene prisioneros. 

¡Desde luego que algo nos tiene prisioneros! Esto era un hecho energético para los chamanes del México antiguo. 


- Pero ¿por qué este predador ha tomado posesión de la manera que usted describe, don Juan? - pregunté -. Debe haber una explicación lógica. 

- Hay una explicación - replicó don Juan -, y es la explicación más simple del mundo. Tomaron posesión porque para ellos somos comida, y nos exprimen sin compasión porque somos su sustento. Así como nosotros criamos gallinas en gallineros, así también ellos nos crían en humaneros. Por lo tanto, siempre tienen comida a su alcance. 


Sentí que mi cabeza se sacudía violentamente de lado a lado. No podía expresar mi profundo sentimiento de incomodidad y descontento, pero mi cuerpo se movía haciéndolo patente. Temblaba de pies a cabeza sin volición alguna de mi parte. 

- No, no, no, no - me oí decir -. Esto es absurdo don Juan. Lo que usted está diciendo es algo monstruoso. Simplemente no puede ser cierto, para chamanes o para seres comunes, o para nadie. 

- ¿Por qué no? - don Juan preguntó calmadamente - ¿Por qué no? ¿Por qué te enfurece? 

- Sí, me enfurece - le contesté -. ¡Esas afirmaciones son monstruosas! 

- Bueno - dijo -, aún no has oído todas las afirmaciones. Espérate un momento y verás cómo te sientes [...] Quiero apelar a tu mente analítica - dijo don Juan -. Piensa por un momento, y dime cómo explicarías la contradicción entre la inteligencia del hombre-ingeniero y la estupidez de su sistema de creencias, o la estupidez de su comportamiento contradictorio. Los chamanes creen que los predadores nos han dado nuestros sistemas de creencias, nuestras ideas acerca del bien y del mal, nuestras costumbres sociales. Ellos son los que establecieron nuestras esperanzas y expectativas, nuestros sueños de triunfos y fracasos. Nos otorgaron la codicia, la mezquindad y la cobardía. Es el predador el que nos hace complacientes, rutinarios y egomaniáticos. 


- ¿Pero de qué manera pueden hacer esto, don Juan? - pregunté, de cierto modo más enojado aún por sus afirmaciones -. ¿Susurran todo esto en nuestros oídos mientras dormimos? 

- No, no lo hacen de esa manera, ¡eso es una idiotez! - dijo don Juan sonriendo -. Son infinitamente más eficaces y organizados que eso. Para mantenernos obedientes y dóciles y débiles, los predadores se involucraron en una maniobra estupenda (estupenda, por supuesto, desde el punto de vista de un estratega). Una maniobra horrible desde el punto de vista de quien la sufre. ¡Nos dieron su mente! ¿Me escuchas? Los predadores nos dieron su mente, que se vuelve nuestra mente. La mente del predador es barroca, contradictoria, mórbida, llena de de miedo a ser descubierta en cualquier momento. 

"Aunque nunca has sufrido hambre - continuó -, sé que tienes unas ansias continuas de comer, las cuales no son sino las ansias del predador, que teme que en cualquier momento su maniobra será descubierta y la comida le será negada [...] 

[...] Si es cierto que nos comen, ¿cómo lo hacen? 


Don Juan tenía una sonrisa de oreja a oreja. Rebosaba de placer. Me explicó que los chamanes ven a los niños humanos como extrañas bolas luminosas de energía, cubiertas de arriba abajo con una capa brillante, algo así como una cobertura plástica que se ajusta de forma ceñida sobre su capullo de energía. Dijo que esa capa brillante de conciencia era lo que los predadores consumían, y que cuando un ser humano llegaba a ser adulto, todo lo que quedaba de esa capa brillante de conciencia era una angosta franja que se elevaba desde el suelo hasta por encima de los dedos de los pies. Esta franja permitía al ser humano continuar vivo, pero sólo apenas. [...] Luego hizo el comentario más injuriante que había pronunciado hasta el momento. Dijo que esta angosta franja de conciencia era el epicentro donde el ser humano estaba atrapado sin remedio. Aprovechándose del único punto de conciencia que nos queda, los predadores crean llamaradas de conciencia que proceden a consumir de manera despiadada y predatoria. Nos otorgan problemas banales que fuerzan a esas llamaradas de conciencia a crecer; y de esa manera nos mantienen vivos para alimentarse con la llamarada energética de nuestras seudopreocupaciones. 

Algo debía de haber en lo que don Juan decía, pues me resultó tan devastador que a este punto se me revolvió el estómago. 


Después de una pausa suficientemente larga para que me pudiera recuperar, le pregunté a don Juan: 

- ¿Pero por qué, si los chamanes del México antiguo, y todos los chamanes de la actualidad, ven los depredadores no hacen nada al respecto? 


- No hay nada que tú y yo podamos hacer - dijo don Juan con voz grave y triste -. Todo lo que podemos hacer es disciplinarnos hasta el punto de que no nos toquen. ¿Cómo puedes pedirles a tus semejantes que atraviesen los mismos rigores de la disciplina? Se reirán y se burlarán de ti, y los más agresivos te darán una patada en el culo. Y no tanto porque no te crean. En lo más profundo de cada ser humano, hay un saber ancestral, visceral acerca de la existencia del predador. 


("El lado activo del Infinito", Carlos Castaneda, entrada publicada originalmente el 3 de octubre de 2012)